Gustavo Rosas

Urgencias por correo electrónico

Y de pronto, justo cuando estoy mas concentrado pienso “una ojeadita al correo electrónico no me quitará mucho tiempo”, y es precisamente uno de esos correos el que revoluciona mi estado de ánimo, un hoyo en el estómago se produce y empiezo a dejar lo que estoy haciendo para resolver algo imprevisto, la urgencia de alguien importante que cae como balde de agua fría. Respiro un poco… Un poco más… Todavía no he tenido tiempo para reflexionar sobre esa “urgencia” y ya quiero actuar para aparentar eficiencia, lo que no se es quien se va a ocupar de lo planeado que después se convertirá en una urgencia real para mí.

El riesgo de seguir una falsa prioridad es que siempre se convierte en un detonador de estrés y un ladrón de momentos preciosos y productivos.

Uno de los mayores retos en la actualidad es poder desarrollar a tiempo la capacidad de distinguir entre lo urgente y lo importante. Hace unos días leí una nota que mas o menos decía: “los dos principales problemas en la vida se derivan de decir sí muy rápido y no muy lento”, así ocurre con esas actuaciones impetuosas sobre urgencias de dudosa prioridad, son un “sí” que se dice apresuradamente a algo que no tendría por que desviar nuestra atención.

Existen urgencias que a nadie le dejan lugar a dudas: un accidente, una enfermedad, un asalto, un incendio, etc. pero nadie avisa por correo que ha sufrido un accidente o que su vida está en peligro, sin embargo las verdaderas actividades de importancia ni se reciben por correo ni tienen alarma para que las recordemos.

En una época de falsas urgencias es necesario desarrollar un criterio agudo que nos permita distinguir correctamente sobre aquello que importa, no vaya a ser que nuestras relaciones importantes, nuestras tareas importantes y todo lo importante de nuestra vida se nos olvide por atender lo “urgente”.

Ánimo, si fuera importante estaría en tu corazón.

Gustavo Rosas Goiz
Sígueme
Últimas entradas de Gustavo Rosas Goiz (ver todo)
Gustavo Rosas Goiz
Lo mío es contar, por eso cuento lo que se cuenta. Lo que sé: cuenta.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *