Gustavo Rosas

Andando

Aquí estoy de regreso, frente al desafío del espacio en blanco que intimida a las muchas ideas que viajan en mi mente y a los sentimientos del corazón que no alcanzo a expresar, ha sido un inicio de año intenso, una especie de brinco a la alberca del que he tardado más de lo normal para salir a la superficie. Sin embargo es tiempo de volver a gastar las sandalias recorriendo el camino, la paradoja de fortalecer las piernas mientras se gastan los zapatos: una ley de vida.

Hace un par de días leí que todo aquello que deseamos no es lo que realmente queremos, lo que queremos es lo que suponemos que sentiremos cuando lo tengamos, buscamos una mejor casa porque suponemos que eso nos hará más respetados, queremos un mejor coche porque creemos que así los demás admirarán lo que hemos logrado, sin embargo no nos damos cuenta de que todo eso que deseamos no tiene que ver con lo que realmente queremos. Yo no me acuerdo de la marca del coche de las personas que mas admiro, ni relaciono el tamaño de sus casas con el respeto que siento por ellos y ellas. Te pasará igual que a mí.

Lo que más admiro de los demás es la congruencia que demuestran entre lo que dicen y lo que hacen, admiro a los que hablan de la cima porque han estado en ella y hablan del fondo porque se han mojado hasta las rodillas, admiro a quienes te hablan con sinceridad de lo que sienten y que muestran sus sentimientos, en un mundo que te exige posar y usar una máscara para cada ocasión sobresalen quienes muestran su verdadero rostro y no ocultan su lucha por mejorar. Pido por todos ellos. Desconfío de los que se asustan demasiado de la naturaleza humana, que la niegan como si no la compartieran, Terencio lo dijo: “humano soy y nada de lo humano me es ajeno”.

Es tiempo de retomar la marcha para fortalecernos y de no dejar el ánimo a un lado, aunque se gasten los zapatos.

Gustavo Rosas Goiz
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Lo mío es contar, por eso cuento lo que se cuenta. Lo que sé: cuenta.

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