Silvino Vergara

Razonablemente sospechoso

“Lo único Libre son los precios. En nuestras tierras, Adam Smith necesita a Mussolini, Libertad de inversiones, libertad de precios, libertad de cambios, cuanto más libres andan
los negocios, más presa esta la gente”

Eduardo Galeano

Hemos creado en los últimos años en el mundo una nueva legislación en donde los gobernados son considerados por un sistema político, jurídico, a su vez económico en sujetos que son razonablemente sospechosos de la comisión del delito de mayor importancia global para el sistema, en particular financiero: el lavado de dinero, delito que consiste en incorporar a la economía formal dinero, bienes, derechos, que se obtienen de actos ilícitos –artículo 400 bis del Código Penal-.

En realidad, no importa para este sistema representado por los Estados – Nación, cuantas personas son asaltadas en la calle, sorprendidas por los servicios de los comercios y el incumplimiento de las aseguradoras, defraudadas por los bancos, despojadas en sus casas, sustraídas de sus empleos, muertas en los accidentes de transito – hay estudios en donde se destaca que es donde más muertos se producen (ZAFFARONI, Eugenio. “En busca de las penas perdidas” EDIAR, Argentina, 2005)- que son los delitos más comunes, sino que, lo importante es no desestabilizar el sistema económico que es propiedad de unos y no de todos, por lo cual para proteger la seguridad financiera sólo de algunos, se fomenta la seguridad pública, con programas denominados: “tolerancia cero”, que se sintetiza en palabras de Adam Crawford: “No implica la rigurosa aplicación de todas las leyes, que sería imposible… sino más bien una imposición extremadamente discriminatoria contra determinados grupos de personas en ciertas zonas simbólicas… En realidad, sería más exacto describir las formas de actividad policial… como estrategias de intolerancia selectiva.” (En WACQUANT, Loic, “Las cárceles de la miseria” Manantial, Buenos Aires, 2010) Es evidente que, es la mejor forma de justificar la función de las autoridades hoy tan acotadas y limitadas.

Pero, la pregunta es: ¿A que se debió ese cambio?, la respuesta puede ser entre otras que, se ha modificado la visión del Estado, hasta la década de los setenta y después de la primera guerra mundial, el Estado era una herramienta ante su ciudadanía para otorgarle todos los elementos necesarios para el mejor desarrollo de las personas, por eso había que proveer de derechos que se les denominó derechos sociales, -previstos en México, principalmente en los artículos 1, 2, 3, 4, 5, 25, 27, 28 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos- era el auge del capitalismo denominado “productivo”, aquel que fomenta las grandes masas de empleos y para ello eran necesarios esos derechos sociales –principalmente: salud, vivienda, y educación- para contar con los trabajadores más capacitados y sanos posibles, una vez que se transitó del capitalismo productivo para colocarse en el capitalismo financiero, que lejos de fomentar los empleos estimula la especulación financiera, ya no requiere de esos centros masivos de trabajo –una de las razones por la cual estos centros de trabajo son expulsados a naciones que no son del primer mundo- pero entonces, el Estado se quedó sin finalidad, se acabaron las tareas de brindar los derechos sociales –todo por razones económicas- por lo cual se debía de re-justificar la vigencia de estos Estados Nación, y para ello es necesario fomentar los servicios de seguridad pública, que se traducen en la vigilancia al ciudadano, desde luego vigilancia selectiva, que permite mantener vigente a los Estados, sin las cargas que otrora representaba proveer de esos derechos sociales pero que, a esta concepción del nuevo Estado de resguardar la integridad de las personas, sobre todo del sistema financiero, tiene poca vigencia, como característica de la sociedad actual, es decir este Estado de seguridad publica se esta agotando muy rápido, el problema es: ¿después que sigue?, entre tanto, toda la población, somos: “razonablemente sospechosos”.

Silvino Vergara Nava
Silvino Vergara Nava
Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana, y la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Litigante en materia fiscal y administrativa. Profesor de Maestría en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Escuela Libre de Derecho de Puebla.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *