Silvino Vergara

El estado ha muerto

“Los humanos nunca resolvimos ningún problema,
Solamente nos aburrimos de ellos”

Gordon Allport

En el siglo XIX, el filósofo Friedrich Nietzche, (1844-1900) debido a los avances de las ciencias exactas, de las matemáticas, la física, la química, la industrialización, los procesos de producción en serie, la gran concentración de la población rural en las ciudades, dio como resultado que el pensamiento decimonónico del autor concluyera que: “Dios ha muerto”, pues en esos momentos de la humanidad, todo se movía por otras razones y no por la creencia de Dios, bajo la estructura del pensamiento positivista que consiste en que: solamente es valido lo que se puede apreciar y comprobar científicamente, entonces, ya no había lugar para Dios. En resumen, el mundo se volvió ateo.

Al final de la segunda guerra mundial, y después de tantas atrocidades, genocidios, entre otros actos deshumanos, Werner Aber Premio Nóbel de Medicina 1978, sostuvo: “La ciencia no puede probar que Dios existe, pero tampoco puede demostrar que no existe… Nunca podrá dar respuestas a todo… Dios no se puede personificar, pero veo que la ciencia tiene sus límites y hay un poder divino en la naturaleza que no puedo explicar.” El cambio fue rotundo, se pasó a lo que se denomina: Agnosticismo, bajo la primicia que como no hay forma de comprobar que Dios no existe, entonces, Dios existe, pareciera que resultó para la subsistencia de la humanidad necesaria su recuperación.

Setenta años después, en los tumultos de las manifestaciones por los casos de desapariciones forzadas que se han presentado en México, se han escuchado muchas expresiones, pero dentro de ellas: “El Estado ha muerto”, que es más que una realidad, se trata de una sentencia que se grita debido a su inoperancia y la de sus instituciones para resolver todos los problemas que nos aquejan, sobre todo los que versan sobre la seguridad publica y la crueldad en los crímenes que se cometen, entonces, esa exclamación es una voz de esperanza: La disolución del Estado por su ineficacia. Sin embargo, si bien demuestra el Estado su incapacidad, no es solamente por su simple inoperancia, hay otras razones más de fondo que ha limitado sus atribuciones y facultades para resolver los problemas, pues muchos de sus planes y proyectos se volvieron problemas. Tal es el caso del sentimiento impersonal que se ha propagado en la sociedad, y que el propio Estado lo ha promovido, cita al respecto Fernando Savater: “Ese sentimiento impersonal a favor de otro individuo por el hecho de compartir con el la común esencia humana es lo que trata de promover de forma cada vez más sustantiva” (SAVATER, Fernando. “LA TAREA DEL HEROE”. Editorial Ariel, Madrid, 2009), así la impersonalidad, y la des humanización se trato de popularizar por parte del Estado con la finalidad de evitar que la agrupación y la coincidencia de ideas de la sociedad, se organizaran para sustituir al poder, entre menos coincidencias existan en las personas, es más fácil evitar que comulguen con fines y propósitos que estén en contra del poder, el problema que se ha presentado es que, se ha llegado al otro extremo a la total deshumanización, citaba durante la segunda guerra mundial, George Orwell: “Mientras escribo, seres humanos altamente civilizados vuelan por encima de mi cabeza, e intentan matarme, No sienten animosidad contra mí como individuo, ni yo contra ellos. Sólo están “cumpliendo su deber” (BAUMAN, Z. “Vigilancia Liquida” Paidos, Barcelona, 2013) A lo que Hannah Arendt denomino: “la banalidad del mal moderno” (ARENDT, Hanna, “Eichmann en Jerusalén” Lumen, Barcelona 2003), es decir, llega a la misma conclusión en que: “La lección más devastadora en el terreno moral de Auschwitz… no es que podríamos ser recluidos en cualquier momento… sino que podríamos ser nosotros los vigilantes de los campos de concentración.” (BAUMAN, Zygmunt, “Miedo Líquido” Paidos, México, 2013) Y esto es lo que esta sucediendo en México, la criminalidad atroz, el simple cumplimiento del deber de las autoridades, a saber: órganos de inteligencia, policías, ejercito, jueces y tribunales, que los ha hecho inmunes a las consecuencias de las medidas que toman para contener la violencia, y por otro: los bloqueados, los otros, los infortunados, que los ha orillado a la única alternativa de supervivencia: El crimen, lo cual ha sido parte de las razones que provocaron ese grito: “El Estado ha muerto”, esperemos poner un freno, no se requiere de más instituciones y cargos públicos o políticos, ni de más patrullas y policías, o más recursos para combatir el crimen, se necesita realmente detener esta deshumanización.

Silvino Vergara Nava
Silvino Vergara Nava
Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana, y la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Litigante en materia fiscal y administrativa. Profesor de Maestría en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Escuela Libre de Derecho de Puebla.

2 Replies to “El estado ha muerto

  1. Es una perfecta analogía, una pérdida de fe que ha dado pauta a que el ser humano no tema las consecuencias de sus actos, además del sentido religioso opera el sentido humano, sentido común perdidos. Ambos se han dejado de lado.

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