Silvino Vergara

Estado Tóxico. Parte IV

“Estado Tóxico”

Parte IV

Dr. Silvino Vergara Nava

“La lucha ideológica a nivel mundial que requería audacia,
coraje, imaginación e idealismo se verá reemplazada
por el cálculo económico, la interminable resolución
de problemas técnicos, … y la satisfacción de las sofisticadas
demandas consumistas. En la era post-histórica, no habrá
ni arte ni filosofía…”

Francis Fukuyama

 

Para conformar esa toxicidad del Estado para sus gobernados, hemos observado varios fenómenos: Primero, la ausencia de voluntad del Estado para imponer medidas con el afán de mejorar, y que las eluden ya que pueden convertirse perjudiciales para el poder político, por su parte, la burocratización del Estado que ha permitido conformar a los miembros de sus instituciones y organizaciones en sujetos incapaces de conocer las consecuencias de sus trabajos y rutinas. Se ha citado también, el uso del miedo, como instrumento útil para mantener su poder sobre los ciudadanos. Un elemento más por analizar es el papel de la economía para la conformación de este anómalo Estado en que vivimos.

Con los sucesos más emblemáticos del final del siglo XX, como fue la caída de la URSS y el derrumbe del muro de Berlín, prácticamente terminó con la guerra fría que se convirtió en la última batalla de ideales y pensamientos contrarios, por lo cual se percibió un único horizonte, al que se le denominó: la democracia liberal occidental, época que le ha designado el profesor Francis Fukuyama: el fin de la historia y cita en su conferencia: “no es simplemente el fin de la guerra fría… sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental.” (FUKUYAMA, Francis, “¿El fin de la historia?” Alianza Editorial, Madrid, 2015)

De esta forma la democracia liberal occidental se ha convertido en la única forma de vida y de pensamiento, transformando a la vieja democracia en un filtro muy exclusivo para el acceso al poder, sin importar las viejas tendencias de izquierda o derecha, pues ahora lo único que prevalece para el Estado, y para que este funcione, son las soluciones eficaces, las cuales no se someten, ni se ponen a consideración de la población, así el profesor español Daniel Innerarity, concluye: “No son los representantes elegidos por los ciudadanos, sino una pléyade de economistas, gestores, ingenieros, científicos, turistas, y todo tipo de expertos quienes deciden por los ciudadanos sin haberse sometido a ningún tipo de escrutinio democrático.” (INNERARITY, Daniel. SOLANA, Javier “La Humanidad Amenazada: Gobernar los Riesgos Globales”. Paidós. España, 2011)

Con esta nueva democracia liberal o mejor dicho: “tecnocracia” subsiste el mundo, pero sobre todo los Estados, que para su sostenimiento se requiere en particular de la economía de consumo, para convertir a ese consumo como la única acción por parte de cualquier sujeto actual, bajo este predicamento es que se presentó el Estado de Bienestar o social de derecho, que se mantuvo vigente durante mas de cincuenta años en los Estados europeos, y que para América latina nunca llego con todos esos beneficios. Aquel Estado en donde se suministraban todos los satisfactores para las exigencias de la población, -salud, vivienda, educación, cultura, empleo- convirtiendo a los ciudadanos de los Estados en cómodos clientes del sistema que paulatina o drásticamente se fue agotando en las diversas naciones, pero lo que se mantuvo fue ese tipo de economía, cita el sociólogo Zygmunt Bauman: “Somos consumidores en una sociedad de consumo. La sociedad de consumo es una sociedad de mercado; todos hacemos compras y estamos en venta; todos somos, de manera alternativa o simultánea, clientes y mercancías.” (BAUMAN, Zygmunt, “Vidas Desperdiciadas. La modernidad y sus parias”, Editorial PAIDOS, México, 2015)

Estado tóxico IV
De esta forma contamos con diversos niveles de consumidores y ya no de ciudadanos, aquellos consumidores con capacidad de eso, y que son bienvenidos al esquema y sobre todo a las grandes corporaciones económicas iniciando con las instituciones bancarias, por su parte, otros consumidores que no tienen esas capacidades, pero que de todas formas consumen lo que el mismo Estado les proporciona, estos en donde esta incluida la extrema pobreza, consumen despensas, becas, subsidios, asistencia social, y en los caso extremos consumen juzgados penales, presidios, cárceles, sentencias y ordenes de aprehensión, que a su vez sirven para legitimar al propio Estado y su sistema económico, como lo enuncia el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “La trampa del hambre y la trampa del consumo operan con impunidad. Cada vez hay más distancia entre la inmensa mayoría que necesita mucho más que lo que consume y la mínima minoría que consume mucho más que lo que se necesita.” (GALEANO, Eduardo, “Ser como ellos”, Siglo XXI, México, 2009) Desde luego que, en estos tiempos el propio Estado también es consumidor, pues en tanto los ciudadanos-consumidores existen de diversos niveles, por su parte, el poder consume poder, riqueza, fortuna, y en sentido más agudo: impunidad, arbitrariedad, corrupción. De esta forma la economía consumista es un signo más del Estado Tóxico.

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Silvino Vergara Nava
Silvino Vergara Nava
Doctor en Derecho por la Universidad Panamericana, y la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Litigante en materia fiscal y administrativa. Profesor de Maestría en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Escuela Libre de Derecho de Puebla.

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